El arte de reunirse en media calle y sanarse

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El auge de la terapia callejera

 

Abrazos gratuitos a extraños, asesorías emocionales en estaciones del metro y predicadores al aire libre. Si las tiendas y los restaurantes pueden instalarse en las calles, ¿por qué las profesiones de ayuda no?

NUEVA YORK — Una semana después de la elección presidencial de Estados Unidos, mientras caminaba a través de un mercado callejero en Union Square, me encontré con una joven que ofrecía abrazos gratis a extraños. Con gusto acepté uno. Fue un bálsamo.

 

Un día después, un amigo me dijo que un pastor luterano en el Upper East Side de Manhattan había estado dando consejos gratis en la acera los martes por la mañana, mientras se sentaba en un puesto de madera que había hecho con las especificaciones exactas del de Lucy en la tira cómica Peanuts, con todo y un letrero que decía “Ayuda espiritual, 5 centavos. El pastor está adentro”. (Él mismo provee los centavos).

 

Predicadores callejeros. Gente que da abrazos sin cobrar. Si las tiendas y los restaurantes pueden instalarse en las calles, ¿por qué no las profesiones de ayuda?

 

“No me sorprende que haya un resurgimiento de estas cosas”, dijo Anna Carter Florence, una ministra presbiteriana y profesora del Seminario Teológico de Columbia en Decatur, Georgia, quien dijo que en noviembre vio a un grupo de mujeres que daban abrazos gratis en Toronto. “Históricamente, la predicación callejera tiene que ver con la proclamación de injusticia y libertad para los oprimidos. Es una suerte de teatro callejero. Son juglares sagrados”.

 

En efecto, algunos de los espiritualistas emergentes de hoy son abiertamente políticos. Amichai Lau-Lavie, un rabino conservador que es el fundador de Lab/Shul NYC y Storahtelling Inc., ayudó a organizar una vigilia interreligiosa en Washington Square Park el día en que fue elegido Donald Trump. “Cantamos, compartimos palabras de consuelo e hice que todos lanzaran un ‘grito primitivo’”, dijo. “Un par de cientos de personas que gritaron durante 30 segundos… Fue algo muy poderoso”.

 

Diez días más tarde, Lau-Lavie estuvo con otros manifestantes en frente de una mezquita en la calle 55, sosteniendo letreros con mensajes de solidaridad hacia los musulmanes. “Muchas de las personas que pasaban por ahí volteaban dos veces para asegurarse de lo que veían”, dijo Lau-Lavie. “Pero interrumpir el ritmo normal de las cosas y desafiar lo ordinario es una acción muy intensa y profunda”.

 

Sin embargo, otros espiritualistas dicen que su objetivo no es político. El reverendo Gregory Fryer, el pastor de la Immanuel Lutheran Church en Manhattan, dijo que su puesto al estilo de Lucy en Peanuts no tenía nada que ver con la elección.

 

“Simplemente creo que hay corazones hambrientos en esta ciudad”, dijo. Cuando le preguntaron si la publicidad también era un incentivo, confesó: “Bueno, eso es cierto. Las primeras veces que llevé el puesto, en octubre, esperaba que la gente comenzara a conocerme a mí y a la iglesia. La iglesia luce un poco intimidante; la gente podría creer que es una armería. Pero, conforme ha pasado el tiempo, las cosas se han invertido. Ahora me considero un Jason Bourne: estoy memorizando el rostro de todos los que pasan. Quiero reconocer que estos son mis vecinos”.

 

La jurisdicción de los espiritualistas emergentes de hoy no se limita a lo tangible y lo espiritual. Desde octubre, Ciro Ortiz, de 11 años, ha estado ofreciendo “asesoría emocional” a dos dólares la sesión en la parada del metro Bedford Avenue en la línea L en Brooklyn. Jebediah Purses comenzó a ofrecer asesoría psicológica gratuita en las calles de San Francisco hace dos años. “Había tomado muchos cursos informales con este tipo de trabajo y quería ver cuáles eran mis capacidades”, dijo. “Además, estoy infinitamente fascinado con lo que significa ofrecerte y dejar que el mundo llegue a ti”.

 

Purses ha tenido clientes que le confiesan “todo tipo de crímenes disparatados”. Se ha hecho amigo de indigentes. Ha eludido numerosas ofertas de gente que pasa por ahí y le vende drogas. Ha tenido largas conversaciones con policías acerca de las dificultades éticas y morales de su trabajo.

 

Las exigencias de las calles no son insignificantes. El pastor Fryer siempre tiene pañuelos desechables a la mano en su puesto de madera, por ejemplo.

 

“Esto suena a que una caricatura de la revista New Yorker se hizo realidad”, dijo Andrew Walsh, el director asociado del Leonard E. Greenberg Center for the Study of Religion in Public Life en Trinity College en Hartford, Connecticut. “Sin embargo, las fuerzas del comercio ordenado parecen haber excluido a estas personas de los centros comerciales”.

 

En un tempestuoso día de diciembre, hablé con Bugun Choi, quien ya había pasado cuatro horas sosteniendo un letrero en Union Square para que la gente le pusiera atención a su organización de autoayuda sin fines de lucro, la Society of Natural Science. Le sugerí a Choi que era un día frío para estar parado en la esquina de una calle. “Estoy perfectamente equipado”, dijo. “Traje estas orejeras”.

 

Muchas personas piensan que los predicadores callejeros y las personas que dan abrazos gratis están un poco locos. “La mayoría de nosotros mantenemos nuestra distancia”, dijo Florence, la sacerdotisa y profesora. “Los veo en Times Square y pienso: ‘Caray, si no fuera por el seguro médico y las medicinas, así estaría’”.

 

En consecuencia, algunos espiritualistas emergentes se toman la molestia de no ser invasivos y de ser accesibles. “Dejo que la gente venga a mí”, dijo Purses, el consejero en San Francisco. “Me ocupo leyendo un libro o tomando notas, lo cual le da a la gente la oportunidad de observarme descaradamente sin la posibilidad de que yo los vea”.

 

Lau-Lavie, el rabino, dijo que se esforzaba por “ser cuidadoso, estar alerta, ser amable” cuando hacía servicios al aire libre.

 

“Seré muy honesto; el miedo es un factor”, dijo. “En nuestra vigilia de la noche de la elección, hubo algunas personas en el borde de nuestro círculo que empezaron a gritar ‘¡Trump, Trump, Trump!’. No fue violento pero fue difícil”.

 

Aunque este nuevo tipo de espiritualistas emergentes parezcan tan extraños, la asiduidad que practican se ajusta perfectamente a la historia de la predicación callejera. Florence citó investigaciones llevadas a cabo por su colega Charles Campbell, un profesor que estudia homilías en la Escuela de Divinidad de la Universidad de Duke, para señalar que hay una larga tradición de predicadores callejeros que hasta predican desnudos.

 

Si las medidas que los espiritualistas emergentes a veces parecen exageradas —con los gritos primitivos o el puesto sacado de una tira cómica—, eso es parte del paquete. Florence dijo: “Los dementes sagrados hablan con grandes palabras e intentan decir algo parecido a lo que Flannery O’Connor dijo: ‘Cuando predicas para las personas cuya imaginación se ha dormido, debes hacerlo en grande’”.

 

Fuente: www.nytimes.com

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